¿Tu coche está listo para la playa?

Las vacaciones de verano comienzan y, con ellas, los desplazamientos con nuestro coche, sobre todo, a la playa. Principalmente, la revisión de los neumáticos, los faros, los frenos y el motor en general, es lo más importante antes de salir, pero también hay otras consideraciones que se deberán tener en cuenta durante el viaje y, también, cuando lleguemos a nuestro destino, sea cerca o a cientos de kilómetros.

Queremos contaros como «protegernos» contra el calor y los estragos que pueda producir en nuestro coche y su mecánica. Ante esto, todo se resume en tres conceptos básicos que todos debemos conocer: lubricación, refrigeración y climatización. Además de un par de consejos de sentido común.

Lubricación

Es conveniente revisar de vez en cuando los niveles de aceite: con el motor frío y en un sitio llano. Llevar un motor lubricado con un buen aceite y limpio durante esta temporada es crucial, porque nuestro propulsor va a trabajar a temperaturas más elevadas que durante el resto del año, va a respirar un aire más pobre en oxígeno y va a necesitar de todo nuestro cuidado para dar lo mejor de sí. La mayoría de los coches actuales marcan el nivel de aceite a través de su ordenador de a bordo, en el cuadro de mandos. Sin embargo, nunca estará de más mancharnos las manos y confirmar la medida con la varilla. Y ya sabéis, dicha comprobación siempre con el motor frío y en un sitio llano. Que la marca se quede entre las muescas de máximo y mínimo, pero un poquito más cerca del máximo, si es posible.

Ojo con rellenar demasiado, si mezclamos viscosidades, la liamos. Si hemos de añadir algo, que sea del aceite que ya va en nuestro motor y nunca más de litro y medio (si hace falta mayor cantidad, mejor cambiar el aceite completo). Si tu coche es muy nuevo, o muy antiguo, observa estos consejos de manera especial, pues son la tipología que más liquido oleoso necesitan. Debemos saber que el consumo asumible es de 0,3 litros cada 1.000 kilómetros en motores atmosféricos y unos 0,4 en los que tienen turbo.

Refrigeración

La refrigeración atañe al líquido de colores (rosa, verde o amarillo) que en invierno llamamos anticongelante. Éste es un punto tan importante como el anterior, pues la falta de cualquiera de los dos elementos nos puede acarrear un incómodo episodio con el motor del coche. Nada más y nada menos, éste se puede quemar.

Con el refrigerante existe cierta confusión debida a la dualidad de su uso: descongelar y refrescar. Bien, es por los dos componentes de los que está hecho y que lleva a algunos a prescindir del «bote de marca» y en su lugar poner agua en verano (enfría) y en invierno sumar medio frasquito de alcohol (impide que se forme hielo). Bien, es verdad que en el fondo lo que te venden envasado es eso, agua con etilenglicol -en la mayoría de casos-, que es un alcohol que evita que en invierno se congele el líquido y que en verano entre en ebullición.

Climatización

La climatización es otro aspecto clave. En otro tiempo, su cuidado se reducía a revisar que la manivela que subía y bajaba la ventanilla funcionaba con corrección; luego llegó el aire acondicionado que recomendaban encender un par de veces en invierno para hacer trabajar al compresor y después nos enfrentamos con el más complejo climatizador.

Su mantenimiento y puesta a punto es más sencilla, pues como todo el sistema arranca haga calor o frío lo tenemos preparado para darnos a golpe de tecla lo que le pidamos… Siempre que conserve la carga. Está hecha de un gas muy parecido al de tu nevera (o sea, al que hace que tu nevera sea tu nevera y no un horno nº2) y en muchos casos se trata de isobutano muy diluido entre el llamado GHG-X4 (menudo nombre molón). Antes se utilizaba freón (R-12), hasta que nos cargamos la capa de ozono y se sustituyó por otros «R» (22, 142b, 144…) presentes en la mezcla del mencionado X4.

Del climatizador -o aire- en verano conviene hacer buen uso para no caer nunca en el abuso, y llevarnos por delante el compresor, el termostato, el evaporizador… Hemos de comprobar que por las toberas, efectivamente, sale aire y éste está frío (con un termómetro digital frente a la ranura se puede confirmar). Nunca arranques o pares el motor con el equipo conectado y evita viajes largos en los que el aire te de directamente en la cara. Mejor en modo «auto» y entre 21 y 22º.

Algunos trucos

El primero, en la medida de lo posible, no aparcar al sol. No ya por tu pintura, los plásticos del salpicadero o enfrentarse a un interior abrasador. Hablamos de mirar por tu electrónica. Algunos coches, tras un rato soportando calor, entran en «modo fallo» y te advierten de las averías más peregrinas en cuanto los pones en marcha. Y es que sus «chips» llevan un importante sofocón.

Es importante verificar si nuestro automóvil lleva rueda de repuesto o «kit reparapinchazos» y, sobre todo, saber cómo se usa.

Tampoco está de más, con el fin de evitar molestas búsquedas en el peor momento, familiarizarse con el capítulo «averías frecuentes» del manual del vehículo, así como contar con la pegatina con el número de teléfono de asistencia en carretera de la marca y del seguro.

Por último, no olvidéis recargar el agua de los limpiaparabrisas. ¡No imagináis la cantidad de mosquitos que acabarán estampados contra vuestro parabrisas haciendo casi imposible la visión!

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